Había nacido en 1880, en Alcalá la Real y ejerció su oficio y maestría en muchos pueblos de Andalucía. Hombre inquieto supo conjugar el regionalismo reinante con el modernismo, recibiendo influencias de la escuela granadina modernista y de la Expo de Sevilla. Utiliza nuevos materiales para la composición de fachadas como la cerámica, el hormigón, la madera y el cristal. En los interiores, los alicatados de los rodapiés y de los sitios importantes, el atrevimiento de las escaleras, los chaflanes incorporados para asomarse al exterior, y las cúpulas salvando el ángulo recto de las esquinas fueron sus innovaciones. Fue víctima de la Guerra civil al ser fusilado en el Arroyo de las Parras el día 12 de septiembre de 1936.
No hemos podido encontrar documentación escrita o fotográfica que nos pueda demostrar que la arquitectura que se atribuye a Manuel López Ramírez, sea procedente de su genio creador. En la villa de Frailes y por tradición oral, se le atribuyen dos edificios que nuestros mayores nos han dicho que eran obra de “La Morena”, se trata de la casa del doctor don José Escribano y del panteón familiar de don Ezequiel Mudarra Romero.
La casa que construye para el médico don José Escribano Serrano se encuentra situada en uno de los barrios más prominentes de la localidad, justo en la plazuela de la Iglesia en unos huertos en terrazas, para salvar la diferencia de terreno entre la calle Elvira y la puerta de la Iglesia. No sabemos con certeza cuando se inician las obras, pero teniendo en cuenta que en la fotografía que hace Enrique Romero de Torres entre 1913-17, la casa no aparece, podemos estimar que las obras se iniciaran en la década de los años 20 del siglo XX. Además el propietario había nacido en 1879, por lo que en los años 20 tenía 40 años, tiempo suficiente de haber acabado la carrera de medicina, casarse y crear una familia. Así que según nos cuentan su bisnieto, José Escribano decide construirse una casa en Frailes, y llamó al maestro de obras más famoso que había por los alrededores, Manuel López Ramírez.
Aunque el doctor Escribano vivía en Granada en Gran Vía 44, 2º izquierda, se sentía muy unido a Frailes y a su familia frailera, de ahí que decida construirse una casa para venir a veranear a la Villa. Nos cuentan que el médico y su esposa tenían una hija que debió ser una adelantada a su época, además de hablar varios idiomas, conducir automóviles, y viajar por Europa, fue amiga de la hermana de García Lorca y conoció a Manuel de Falla. Se dice que la terraza que tiene la casa cubierta, la manda construir su padre para que ella tenga un sitio desde donde pintar, pues era su actividad favorita y no lo hacía nada mal.
La casa que Manuel López Ramírez hace para don José Escribano se encuentra en el famoso “barrio del chocolate” por estar en él las familias más acomodadas de la localidad. En la calle Rafael Abril y por vecina la iglesia parroquial de Santa Lucía. La fachada que da a la puesta de la Iglesia se presenta en dos pisos. El bajo es la entrada rematado con una terraza a la que llamaban “mirador” y un gran ventanal para dar luz a una escalera que vertebra el resto de la casa. La fachada posterior con vistas a un gran huerto que termina en la carretera Frailes-Alcalá presenta tres pisos en el segundo se encuentra la parte más noble de la vivienda como es la cocina, el comedor y el salón de estar, con un espléndido balcón. La tercera planta se resuelve con óculos que en el exterior se adornan con un ajedrezado en azul y blanco entre los canes y la clave del óculo se adorna con un mascarón.
El tejado era de tejas vidriadas en verde y blanco, y las rejas parecen estar firmada por “los Loperas”, artesanos del hierro que marcaron un hito en la construcción de los inicios del siglo XX. Dos faroles con la figura de los dragones, iluminan y adornan la fachada.
En el interior una sinfonía de luz y color recibe al que accede a la vivienda,, conseguida por altos zócalos de azulejos sevillanos en vivos colores y en tonos cobrizos, una enorme vidriera convierte la entrada en un bellísimo jardín cubierto, en donde el sonido del agua pone el punto exótico.
El panteón para don Ecequiel Mudarra Romero, Deán de la catedral de Madrid. A las diez de la noche del 5 de abril de 1867 vino al mundo en la cortijada de la Hoya de Charilla (Alcalá la Real). Hijo de Amando Mudarra, de profesión labrador, y de María de los Dolores Romero, natural de Charilla. Se marchó a estudiar al Seminario de Baeza, y en 1889 recibió las órdenes de diácono, que ejerció en su aldea natal; y con veinticuatro años era ya presbítero. Su formación la efectuó entre Jaén y Granada, para dar el salto a Sevilla. Desde allí, a Madrid, en donde en su Universidad Central realizó el doctorado en Filosofía y Letras, que hicieron de Ezequiel un hombre culto y eminente, bien relacionado y de gran talento. En 1934, Mudarra Romero cesaba en su actividad vital y nos dejaba en plena actividad como hombre de religión y de negocios. El diario ABC, en su edición de Sevilla, recogía la siguiente necrológica: En Madrid dejó ayer de existir, y hoy jueves será inhumado su cadáver, el deán de aquel cabildo catedral, don Ezequiel Mudarra y Romero, prebendado muy conocido y apreciado en nuestra ciudad, de cuya Basílica Metropolitana fue dignidad de arcipreste, desempeñando durante muchos años una cátedra en el instituto local. Era el señor Mudarra doctor en Sagrada Teología y en Filosofía y Letras y licenciado en Derecho, estando incorporado al Colegio de Abogados de Madrid. Ocupó cargos de confianza al lado de los infantes don Antonio y doña Eulalia, así como de sus hijos don Alfonso, Luis Fernando, de quienes era muy estimado. Descanse en paz el docto sacerdote.
Como se recoge en la prensa, fue inhumado en Madrid, pero al poco tiempo sus hermanos y sobrinos que vivían en Frailes, iniciaron los trámites para la construcción de un mausoleo en donde descansara su ilustre pariente. Solicitaron permiso para su erección, que se les concedió en la zona alta del patio de entrada y con una extensión de dieciséis metros cuadrados. El mausoleo, obra del maestro alcalaíno Manuel López Ramírez, “de la Morena”, es insignia del cementerio frailero. De factura neogótica, guarda y custodia los restos de la familia Mudarra.
Forma parte de las corrientes históricas que surgen de manera nostálgica para exaltar lo que fue el mundo medieval. Imitando al gótico original, se opone al movimiento neoclásico que le precede. La palabra gótico proviene de “godo”, que se usaba de manera peyorativa para definir el estilo de los bárbaros, ya que sus componentes parecían confusos y poco dignos frente a los clásicos.
Surgido en el siglo XIX, peyorativamente denominado como pseudogótico, consistente en la arquitectura realizada a imitación de la gótica medieval. Por su común rechazo al racionalismo neoclásico, es un estilo vinculado con el romanticismo, y por sus implicaciones políticas, con el nacionalismo. Como arquitectura historicista es una reelaboración que reproducía el lenguaje arquitectónico propio del estilo gótico con formas más o menos genuinas.
En el cementerio de Frailes se conserva el mausoleo que se encargó para guardar los restos del que fuera Deán de la catedral de Madrid don Ezequiel Mudarra Romero, y por extensión a toda su familia. Tras solicitar la licencia al Ayuntamiento de Frailes, en 1934, una vez que había muerto en Madrid.
El panteón recuerda a una capilla en la que en la fachada principal se encuentra enmarcada por dos pilastras rematadas por sendos pináculos que recuerdan a dos grandes cirios. Se remata la fachada por una crestería de hojas de muérdago y en medio una cruz gemela a otra en la parte trasera de la fachada. El acebo El acebo simboliza la continuidad de la vida en tiempo de hibernación. Para los celtas es un arbol sagrado, que se empleaba en el solsticio de invierno para atraer la buena suerte y la prosperidad, estas creencias antiguas fueron adaptadas a la religión católica con posterioridad. Los antiguos, le llamaban Tinne, que viene a significar «el guardián de la sabiduría durante la época oscura del año» y se dice que los druidas lo utilizaban para confeccionar sus varitas. El roble para ellos era el rey de la época luminosa y el acebo de la época oscura. El tejado a dos aguas y la puerta de entrada están enmarcada por dos pilastras cajeadas de orden compuesto, que soportan un arco de medio punto rebajado en cuyo pequeño dintel se inscribe la fecha de la muerte del personaje, 1934. y puerta adintelada. De las pilastras de la puerta de entrada parte un arco ojival con la inscripción: Panteón familiar del ilustrísimo señor don Eccequiel Mudarra. Un nuevo tímpano esta vez de arco apuntado con tres pequeños rosetones, horadados por flores, el del medio de mayor tamaño con tréboles y los dos del los laterales con cuatro hojas. Se remata la fachada con un óculo ahuecado con con tréboles e y griegas. Cemento y ladrillos rojos forman la fachada principal. El trébol de cuatro hojas en Irlanda tiene un fuerte detonante. El motivo es que la leyenda cuenta que San Patricio un día estaban buscando un trébol normal y corriente (el de tres hojas) para explicar a los celtas el concepto de «Trinidad» pero, en su lugar, encontró uno de cuatro hojas. Cada hoja representa uno de los cuatro componentes básicos de la felicidad, que son esperanza, fe, amor y suerte. Para otros los cuatro símbolos que representan son: riqueza, fama, amor y salud.
Otra de las obras atribuidas al maestro alcalaíno en Frailes es la casa principal del antiguo Balneario Ardales de Frailes. El establecimiento era propiedad de D. Rafael Abril y León, que, había nacido en Alcalá la Real el 20 de octubre de 1853. Era hijo de D. Gregorio Abril, Diputado a Cortes, y de Josefa León; tercero de los hijos del dicho matrimonio. Perteneciente a una familia de políticos conservadores, en 1885 asume la dirección del Partido Conservador, ante la retirada de su padre de la política.
De temperamento batallador fue alcalde de Alcalá la Real con tan solo 26 años, y Diputado Provincial por el distrito Alcalá Huelma, y, dos veces Diputado a Cortes. Se casó en dos ocasiones; en primeras nupcias con doña Justa Lozano Alcalá Zamora, pariente del político prieguense del partido opositor, D. Niceto Alcalá Zamora. Fruto de este matrimonio fueron seis hijos: tres niños t tres niñas, Aurora, Justa y María; y tres varones: Rafael Abril y Lozano, el más joven de los alcaldes alcalaínos 25 años tenía cuando fue nombrado alcalde; Gonzalo, algo cabeza loca, murió en Pinto (Madrid) en la Guerra Civil; y Luis, continuador de la saga de políticos que se mantuvo al frente del Partido Conservador hasta la muerte de su padre. Y en segundas nupcias con su sobrina, Dolores León Ruiz de la Fuente, de cuya unión no hubo descendencia.
Según los libros de actas que se conservan en el Archivo Municipal de Frailes, en el mes de septiembre de 1897, se encontraban en el Balneario D. Rafael Abril y León, Diputado a Cortes elegido el año anterior, y D. Valeriano León, Diputado Provincial. El Ayuntamiento frailero, de signo conservador, decide agasajar a tan ilustres personalidades, y se desplazó hasta la estación veraniega con licores, helados y dulces para dar un pequeño refrigerio, además de amenizar la banda de música.
El neomudéjar es un estilo artístico y arquitectónico que se desarrolló principalmente en la Península Ibérica a finales del siglo XIX y principios del XX. Se enmarca dentro de las corrientes orientalistas de la arquitectura historicista imperante en Europa por aquella época. El nuevo estilo se asoció especialmente a construcciones de carácter festivo y de ocio, como salones de fumar, casinos, estaciones de tren, plazas de toros o saunas. En España el estilo neomudéjar fue reivindicado como estilo nacional, por estar basado en un estilo propiamente hispánico. Arquitectos como Emilio Rodríguez Ayuso o Agustín Ortiz de Villajos vieron en el arte mudéjar algo únicamente español y empezaron a diseñar edificios utilizando rasgos del antiguo estilo, entre ellos las formas abstractas de ladrillo y los arcos de herradura.
Tras la Guerra Civil las instalaciones balnearias quedaron prácticamente destruidas, se parcelaron y fueron adquiridas por distintos propietarios. Antonio Tello compro esta parte e hizo de ella su vivienda construyendo una piscina y dotando la casa de un gran jardín y establos para la cría de ganados. Hizo reformas en la fachada quitando los arcos de herradura y haciendo un porche en una de las habitaciones de la entrada.
De lo ejecutado por la Morena no sabemos nada. En los primeros años de los años 80 del siglo XX compra la casa Gabriel Gallego Anguita, que la regala a su hijo Manuel Gallego Mudarra que convertirá en su hogar. Mirando la foto del prospecto que tenía, reconstruyó la fachada y le dio al viejo edificio el esplendor que tenía en otros tiempos.
La casa se encontraba en los inicios de lo que componía un cuerpo de viviendas más pequeñas para alquiler de los agüístas. De estilo neo mudéjar se presenta en tres pisos el último para vivienda del servicio. Cinco vanos marcados por las pilastras que se cierran con arcos de herradura y que en el tercer piso enmarcan ventanas. La cubierta es de teja árabe a cuatro aguas, con un gran alero y sujeto por canes. La segunda planta es la de los balcones, cinco en total, que creemos correspondían a los dormitorios de la vivienda y cuyos vamos presentan arcos de herradura. La planta baja presenta ventanas también enmarcadas por arcos de herradura al igual que la puerta de entrada con dos columnas que soportan el arco de herradura. La escalera principal esta perfectamente iluminada por dos ventanas geminadas en la fachada que da a la carretera de Alcalá la Real.
Del interior solo sabemos que tenía una doble escalera una que conducía al tercer piso y era la de servicio y la principal que arrancaba de la entrada y conducía a las habitaciones principales. También sabemos por los informes que enviaban los médicos directores que el consultorio médico se encontraba en la casa principal del establecimiento.
Muchas gracias M. Teresa.
Besicos muchos.
Enhorabuena, Mari Tere. Excelente crónica. Muchos que «peinamos canas» recordamos ese precioso zaguán con su cristalera y su fuente. Allí esperábamos para ser atendidos en la consulta por don Fermín Medina, el médico.