Fuerza, color, tradición, expresividad, son algunos de los adjetivos con los que hay que definir la pintura de Carmen Esteo Pérez. Todo calcado del natural, de los visto y vivido en casi un siglo de historia.
Los campos de Frailes, las faenas agrícolas, el interior de las viviendas, las faenas domésticas, todo está fielmente reflejado tal como ocurre en la vida local. Porque Carmen Esteo Pérez ha retratado la herencia que ha ido cobijando en su alma a los largo de sus años de experiencia vital.
Lo que ha heredado es el núcleo de su trabajo artístico. De un lado Frailes y de otro sus lecturas y sus conocimientos que son el filón de donde Carmen saca sus intensas emociones y al tiempo el deseo de plasmarlas en la tela.
La trayectoria vital de Carmen no ha sido muy extensa si no contamos los 30 años que permaneció en Sevilla. Pero, su obra como su vida se circunscribe al triángulo Frailes, Alcalá la Real y Santa Ana. Tampoco ha necesitado mas recorrido, si en esta comarca ella ha encontrado su inagotable fuente de inspiración y expresión.
Carmen descubrió pronto su vocación, pero la época en que le tocó vivir la empujó hacia la aguja y el bordado, aprendizajes que luego le servirían como entrenamiento para, llegado su momento creativo, pasase los dibujos del tejido a la tela.
Con sólo 14 años, finalizada la Guerra Civil, Carmen ingresa interna en el Colegio de Cristo Rey. Aquí descubre la pintura, pero las monjas le enseñan a coser y bordar. Poco después de casarse, pone escuela “Miga” y enseña lo que sabe: a coser y bordar a las niñas de Santa Ana, durante ocho años.
Su esposo se traslada a Sevilla y Carmen le acompaña. En la capital Hispalense nacerán sus hijos y seguirá ejerciendo su oficio “coser para la calle”, durante un largo e intenso periodo de su vida.
Ya en 1982 Carmen regresa a Santa Ana, pero aún deberán pasar diez años mas hasta que Carmen cierre la máquina de coser y abra la puerta a la pintura.
Mujer de grandes inquietudes artísticas en 1993, decide por fin comenzar a pintar. Se inspira e las láminas de los libros de arte de la Biblioteca Pública de Alcalá. Carmen inicia la etapa más creativa y enriquecedora de su ya extensa trayectoria humana.
Su estilo, por su naturalidad, ingenuidad y su tierno barroquismo, puede parangonarse con el “Naif”. Sus trabajos, al carecer de formación académica, son creaciones sin contaminar por los convencionalismos. La ingenuidad de los trabajos refleja la sencillez de la autora y su deseo de reflejar la realidad y simplicidad de la vida cotidiana, ofreciendo a la vez una visión del mundo sincera y sin artificios de ninguna clase. Una pintura veraz.
Carmen Esteo se aleja del arte conceptual para dedicarse por entero al reflejo de su realidad cercana, a reproducir la tranquilidad y la despreocupación interior que propicia la vida serena en la madurez.
Otras características de la pintura de nuestra homenajeada son los contornos definidos con precisión, falta de perspectiva y sensación volumétrica conseguida a través de las tonalidades más fuertes de la amplia gama de colores de su paleta.
Pintura minuciosa y detallista, aunque el trazo pueda ser incorrecto. En los cuadros de Carmen Esteo, las figuras que nos vuelven la espalda son una señal de la mudanza de la manera de mirar y de la composición; aumenta la impresión de naturalidad, como si las figuras subsistiesen por si mismo.
Los cuadros de Carmen Esteo lo sinceramente sentido se comunica al mismo tiempo que se descubre, ya que en el proceso creativo de las obras se funde la experiencia de la pintora y del espectador.
Todo parte en ella de una esforzada e inagotable entrega a la contemplación emocionada de lo cotidiano en femenino.
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