LA COFRADÍA DE ÁNIMAS DE FRAILES

Las cofradías o hermandades desempeñaron un papel fundamental. Eran asociaciones aglutinadas a una imagen, formadas generalmente por laicos, creadas en un principio en torno a un oficio, que con posterioridad se abrieron al barrio, al resto de la población e incluso a los devotos de localidades vecinas. Sin embargo, dieron un gran empuje a la cristianización de la sociedad hermanarse todos los cofrades y desempeñar un papel esencialmente asistencial de ayuda a los enfermos, socorrer a las viudas y huérfanos, distribuir limosnas, enterrar a sus muertos y, sobre todo, celebrar con gran regocijo y esplendor el día de la fiesta de su devoción.

Los cultos a las ánimas del purgatorio, una tradición que se extiende durante siglos. Las cofradías relacionadas con las almas del purgatorio están presentes en la práctica totalidad de las parroquias. Según la creencia teológica las ánimas del purgatorio corresponden a todas las almas que mantienen algún pecado cuya penitencia no se ha saldado de forma suficiente en vida para poder entrar directamente al cielo. Por ello, se entiende que las ánimas benditas son las que pueden interceder en favor de estos pecadores a través del sacrificio y de la oración de los vivos.

No obstante, en este proceso de purificación tiene un papel fundamental la Virgen del Carmen, poderosa intercesora de las ánimas del purgatorio valedora de todos los difuntos, como así lo reflejó la Bula Sabatina promulgada por el Papa Juan XXII en el año 1322. En ella, se expuso que el sábado siguiente a la muerte, la Virgen del Carmen intercedería para que el alma del difunto, que vestido con devoción el Santo Escapulario, saliera del purgatorio y pasara a la Vida Eterna. Por ello, la mayoría de las lápidas en los cementerios cuentan con una imagen de la advocación carmelita, la Virgen del Carmen.

Por lo que respecta a la Hermandad de Ánimas de Frailes, diremos que es la más pequeña de las tres que existieron en Frailes en el siglo XIX, lo que se refiere al número de hermanos. El primer libro que se conserva es 1792, y el último de 1824.

Entre las piezas artísticas que poseía la cofradía, tenía un cuadro de ánimas que en 1792 se manda pintar y dorar. Y también un retablo. Eran los hermanos los encargados de traer el romero para el día de la Candelaria; decir misas por las ánimas del purgatorio y tener un ataúd para enterrar a los pobres de solemnidad.

Los ingresos eran lo facturado por el alquiler de una casa propiedad de la hermandad, y la colecta de la Misa de Noche Buena, así como las cuotas los hermanos y otras limosnas.

La fecha de 21 de diciembre de cada año era importante para la Cofradía tras escuchar Misa cantada y responso por todos los bienhechores que contribuyen con sus limosnas para el bien de las benditas ánimas; esta función religiosa conocida como El aniversario de Ánimas recordando al mismo tiempo la bula ganada por la hermandad a favor de todo el pueblo que en el día del aniversario, comulgando, visitasen el altar mayor de la iglesia, es indulgencia para todos los vivos y difuntos. La celebración de esta Eucaristía se celebraba el domingo inmediato de conmemoración de los difuntos.

Las Misas de Aguinaldos era otra de las celebraciones tradicionales de esta hermandad, se celebraban por la mañana temprano, y el sacristán era el encargado de avisar a los vecinos con el toque de campana; eran misas en las que el dinero recaudado en la colecta estaba destinado a los pobres para aliviar las penurias por Navidad.

De lo que fue esta hermandad de Ánimas no queda más que un pequeño retablo que se compro después de la guerra civil, y que tiene unas partes de madera y otras de escayola. Se restauró en 1998 y se colocó en el pasillo que conduce a la sacristía.

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