Con el General Queipo de Llano

 

—Señora mía. A sus pies. Es usted un monumento a la belleza y a la gracia hecha mujer —le dice el general mientras besa su mano y se la cuelga en su brazo en un gesto calculado para obligarla a separarse del grupo.

—Gracias, general. Tenía mucho interés en conocerle. Le traigo saludos de Granada. Creo que tenemos amigos en común también en Madrid. ¿Sabe?, yo conocí y aprecié mucho a Emilio. Cuánto he sentido su muerte. Qué gran hombre.

La interrumpe Queipo de Llano con un indisimulado ataque de celos.

—Ya habrá tiempo para eso, querida. Ahora permítame disfrutar unos minutos de su compañía. Y dígame, hermosa, ¿qué es de su vida? Tengo entendido que es artista, ¿no?

—Sí, general. Canto muy bonito por Imperio Argentina y bailo cualquier palo flamen…

 

 

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