—Ya sabes que me han dado un tiro en la pierna esos malditos fascistas. Mis hombres se han vengado y más que lo haremos cuando ganemos esta guerra.
A Alicia le parece realmente guapo. Presenta un aspecto sereno y relajado, mueve la cabeza al hablar de tal modo que le cae un mechón ondulado por la frente que, con un gesto involuntario, trata de devolver al lateral de su cabeza repeinada. Nunca le ha visto tan tranquilo. Hasta su voz tiene un tono más suave, menos imperativo.