¡Ciego de ti, jodido anarquista, cargaste tu odio una y mil veces en mi presencia contra la Estación Balnearia. Tus estúpidos prejuicios políticos de demente te impidieron siquiera pisarla. Estabas deseando que cayera una bomba sobre el edificio para destruirlo, para convertirlo en ceniza, que era el paisaje que más de te excitaba. Solo querías muerte y destrucción!